miércoles, 14 de octubre de 2009

De marejada a fuerte marejada I


Decía en mi anterior entrada que invertir en España podía no ser una buena idea y por ello me decantaba por una acción alemana para iniciar la cartera de este blog. Para el tipo de cartera que intentamos montar, representativa de un pequeño inversor, invertir en valores extranjeros siempre es problemático aunque se haga a través de una entidad que cobre comisiones razonables. Las comisiones siempre son de todas formas más caras que para la bolsa nacional pero además cuando recibamos dividendos sufriremos una doble retención, la aplicada en el país de origen más la que se nos aplicará en España. En principio para países como Alemania, dentro de la UE y con tratado de doble imposición, es posible recuperar la retención efectuada por Alemania pero requiere realizar un trámite que puede resultar demasiado engorroso si se trata de recuperar cantidades pequeñas.

Por ello, creo que en este caso debo justificar aun más el haber empezado por una acción extranjera. Esencialmente la razón es que pienso que la economía Española aun no ha entrado en "su" crisis particular y porque creo que cuando entre, la bolsa puede sufrir mucho. ¿Por qué digo "su" crisis cuando hablo de España? Pues porque creo que la crisis que estamos viviendo no es más que el contagio de la crisis financiera originada en EEUU (sí, menudo contagio, dirán algunos). Como todo el mundo ha reconocido sobradamente, las entidades financieras españolas han salido bastante bien paradas de esta crisis y después de sufrir el natural contagio se han recuperado en bolsa de forma admirable. Desgraciadamente, la llamada economía real ha sufrido mucho más, debido al parón del consumo y sobre todo a la hipercongelación del mercado inmobiliario. Porque eso sí, el mercado inmobiliario se ha congelado, pero no se ha derretido. Creo que en nuestro país, a pesar de tener una burbuja inmobiliaria notablemente más inflada que la estadounidense, estábamos dispuestos a seguir la fiesta por unos años más si no nos la hubieran estropeado desde el otro lado del atlántico. Digamos que en este momento nuestra orquesta particular se ha callado, mientras en cubierta observábamos hundirse el Titanic. Sin embargo, el iceberg inmobiliario está más congelado que nunca y nosotros no navegamos en trasatlántico. La burbuja inmobiliaria española aún no ha estallado de verdad y cuando lo haga más vale que estemos cerca de un bote salvavidas.



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